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Nuestros dichos
Caérsele el pelo / ¡Se le va a caer el pelo!
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Decimos que a alguien se le va a caer el pelo, cuando se estima que sufrirá una sanción o condena por haber cometido alguna falta o delito. Ejemplo: "Pillaron a los ladrones saliendo del banco con el botín, se les va a caer el pelo".
La frase enlaza con el antiguo castigo inquisitorial consistente en rapar el pelo a los condenados para público escarnio, y también a los que eran condenados a arder en la pira (véanse las imágenes al pie, de los preparativos previos a Juana de Arco, condenada a morir en la hoguera).
Este castigo se aplicaba igualmente en los cuarteles a los soldados como sanción disciplinaria, aunque muchas veces también era una medida higiénica para evitar las plagas de piojos.
De todas formas, está demostrado que quien soporta algún gran disgusto o sufrimiento puede perder el cabello y sufrir otro tipo de problemas físicos. Esto fue lo que le sucedió a un personaje que también es prototipo de nuestros dichos coloquiales; hablamos de Picio (recordemos el dicho "ser más feo que Picio"), mote con el que se conocía a un pobre zapatero de la villa granadina de Alhendín y que, a comienzos del siglo XIX, fue condenado a muerte por un crimen que, al parecer, no había cometido. Aunque fue indultado a última hora, se llevó tal susto que se le cayó todo el pelo de su cuerpo y se llenó de pústulas y granos; de aquí también su consabida fealdad.
Imágenes: Fotogramas de "La Pasión de Juana de Arco"
(1928) - Carl Theodor Drever
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